La magnifica entrada que publica hoy nuestro amigo Rodrigo, "Primer reto del año", me ha traído a la memoria uno de mis monólogos cinematográficos favoritos que, para desgracia de mis sufridos amigos, suelo recitar de tanto en tanto, sobretodo cuando llego a trabajar por las mañanas, y que no me resisto a repetir aquí. Lo pronuncia el sargento, de raza negra, con un físico y bigote impresionantes y con un "purazo" en la boca, del Cuerpo de Marines del Espacio en la película "Aliens", magnifica secuela ( dirigida por el entonces semi-desconocido James Camerón), de la mítica "Alíen, El Octavo Pasajero" del gran Ridley Scott. Estamos pues con el sargento a punto de pronunciar su arenga, tras pasar en animación suspendida varios años, el pelotón de marines se despierta, sintiendo lo que parece ser la madre de todas las resacas, para escuchar este bonito sermón declamado a voz en grito:
"Bienvenidos a otro maravilloso día en el cuerpo de marines, donde cada mañana es una fiesta y cada desayuno un banquete".
Cuando el metraje ha avanzado tan solo 30 minutos, el 80 por ciento de los marines están muertos ( sargento gritón incluido) y el resto huye para salvar su vida de una jauría de aliens furiosos.
Muchos días siento lo mismo que esos pobres marines, que se despiertan una mañana, escuchan la arenga de un sargento chusquero y son enviados, sin ninguna preparación pero llenos de exigencias, a un matadero.
Gran película y bien traida la frase, amigo Chuck.
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