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miércoles, 22 de febrero de 2012

Apredizaje diario

En mi penúltima intervención en este blog escribí sobre la “confianza”
y citaba la osificación social, es decir, el esfuerzo sin recompensa, como una
de las causas del descontento social debido a la dificultad de progresar en una
sociedad en la que existen unas fuertes barreras para ascender y mejorar el nivel
de vida.
Creo que todos vamos a estar de acuerdo en la siguiente premisa: la educación es el activo más importante que permite la movilidad, mejora la productividad, reduce la desigualdad y auspicia el ascenso social
Y es de la educación de lo que quiero disertar hoy.

Para Maslow, cualquier ser humano en cualquier parte del
planeta nace con un potencial mental que es completamente aleatorio. Cada uno
tenemos el nuestro, independientemente de raza, lugar de nacimiento, etc. Ese
potencial mental corresponde a un “ritmo de aprendizaje”, en términos de
conocimientos adquiridos cada día: cada persona consigue aprender un cierto
número de cosas por día y sólo eso, nada más. Esto tiene una trágica
consecuencia, nos dice Maslow, y es que cada día que se pasa sin aprender
aquello de lo que somos capaces, es un día perdido irrecuperablemente, ya que
cada día tiene su “afán”, como enseña la Biblia.

Lo más curioso es que una persona de potencial medio puede, después de una serie de años, saber más cosas que una persona con un alto
potencial dependiendo del aprendizaje diario.

Esta idea, simple, básica y fácilmente comprensible, es muy reconfortante
sobre todo para quienes no formamos parte de esa élite intelectual, pues nos
dice que si no perdemos el tiempo, podemos ser tan buenos y tener tantos conocimientos,
o más, que los que nos superan en inteligencia.

Pero en realidad, el tipo de educación al que me refiero
tiene más que ver con la instrucción que con la educación propiamente dicha.
Para algunos, la línea que separa una de otra es muy tenue. Considero, por mi
parte, que existen diferencias fundamentales, con algunos puntos en común. La
instrucción es una responsabilidad del maestro, del profesor o del catedrático.
La educación, sin embargo, recae sobre los padres. Unos padres educados y además instruidos, son
el mejor pasaporte para el bienestar de los hijos. Cuando los primeros ocupan el lugar de los
segundos, aparecen estragos como “Educación para la Ciudadanía”. Por cierto,
aún es muy pronto para evaluar el daño que ha hecho a nuestros escolares.
Afortunadamente, parece que su final está cerca, al menos en su concepción
actual de aleccionar ideológicamente en una sola dirección.
Y sin bien es cierto que los maestros transmiten una cierta,
y nada desdeñable, dosis de educación en, por ejemplo, la forma de vestirse, de
tratar al alumno, de preparar su materia, de explicar la misma, son los padres
los máximos responsables de enseñar a sus hijos valores, principios, creencias,
conceptos como solidaridad, amistad, honestidad, etc.

La instrucción, por lo tanto, tiene que ver con la información.
¡Información es poder!, se nos dice y no es verdad. Nunca
antes las empresas y los gobiernos habían tenido tanta información y sin
embargo no saben qué hacer con ella. Si lo supieran, no estaríamos donde
estamos. El verdadero poder está en el conocimiento que podemos obtener a
través de la información. Y son los conocimientos, colocados metódicamente, los
que permiten analizar los hechos de forma que tomando las mejores decisiones se
obtengan excelentes resultados.

Y, a pesar de que hay varios y sesudos Sistemas de Gestión
empresarial, solo existe un Método: aquel propuesto por vuelta de 1600 por
Descartes. Y no hay sustituto a la vista.
Amigos, no nos olvidemos de aprender hoy lo que nos hará
falta mañana. Y si no sabemos cual es nuestra dosis diaria es mejor, en este
caso, pecar por exceso que por defecto.

1 comentario:

  1. Estimado Doctor, comporto como no podía ser de otro modo el contenido y espíritu de su artículo, tan didáctico y cuidado como siempre. Pero me permito hacer alguna reflexión sobre algunos puntos que han llamado mi atención.

    Cuando dice que cualquier ser humano en cualquier parte del planeta nace con un potencial mental aleatorio, ésto que supone en sí un rasgo de equidad e igualdad en la condición humana puede convertirse en una perversidad si no existe justicia social donde tal potencial humano pueda desarrollarse.

    Cuando dice que cada día que pase sin aprender es un día perdido , se me antoja difícil determinar a qué porción de aprendizaje se refiere ¿en el trabajo, en el estudio, en la observación , en la reflexión? ¿Qué pasa si un día me lo tomo de asueto y me dedico a tocar la pandereta o me quedo dormido en la cama tras una noche resacosa ? Para mí es más una cuestión de actitud: cada día hay que aprender .....a vivir. A cómo vivir. Y aquí hay mucha tela que cortar: de tipo emocional, educacional, espiritual, religioso etc. Creo que la primera lección del aprendizaje pasa por uno mismo: el autoconocimiento, esto es, qué soy, qué quiero , qué puedo. Y asumir ésos retos y esas limitaciones. Traigo a colación una de las frases que el maestro Ramiro Calle nos dice a menudo en sus clases de yoga: " Vds no vienen aquí sólo a aprender, sino también a desaprender ....desaprender hábitos, experiencias, malas enseñanzas que les causan dolor y sufrimiento "

    La educación recae sobre los padres y la instrucción sobre los maestros. Me parece que la línea de separación es muy delgada; hay padres que a veces no sabemos educar (algunos nada) y profesores que no saben enseñar. Y al contrario, hay profesores que están capacitados para dar un consejo moral a nuestros hijos incluso a veces mejor que nosotros, y existen cosas que los padres podemos enseñar dentro de nuestros conocimientos mejor que un maestro. No sería yo muy categórico en fijar fronteras en esta distinción. Lo veo más como un todo, donde existen reparto de papeles sin ser exclusivos ni excluyentes.

    La información no es poder, sino que el poder está en el conocimiento que obtenemos de la información : aquí le diría que la información ya es por sí misma; mientras que el conocimiento no es sin aquella. Digamos que la información es el manantial y el conocimiento el cántaro de agua que se extrae de aquel y cada uno se lleva a su casa: unos lo usarán para beber , cocinar, o asearse, pero otros lo malgastarán. Como pasa con el conocimiento, hay buenos y malos usos.

    Siempre suyo.

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