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jueves, 2 de febrero de 2012

Lo que se dice, lo que se piensa.

Decía el sabio: ¿ Puede un hombre decir cuanto siente, no le tacharán de loco?


Viene esto a colación de lo sucedido en los últimos días en que le han pillado a Rajoy con el micro abierto, quiero decir, que le han pillado soltando alguna frase creyendo que hablaba en privado cuando un micro indiscreto pasaba por allí. Ayer fue eso de " vivo en un lío" , que no es el título de una canción sino lo que le dijo a Artur Mas en la reunión que mantuvieron en Moncloa; el otro día en la cumbre UE a otros colegas "espero una huelga muy dura" , y antaño con motivo de una desfile de las Fuerzas Armadas al que debí asistir exclamó " vaya coñazo". Pero no es el único, también Esperanza Aguierre llamó hijo de p... a un contricante político pensado que no era oida, o el propio Zapatero en visperas de las elecciones 2008 en la famosa entrevista con Gabilondo: " hay que crear tensión en la calle". Y vaya que la creó. Hay muchos más casos.


Todo ello me lleva a pensar de nuestros políticos que una cosa es lo que dicen y otra lo que piensan. O mejor , que no siempre lo que nos dicen es lo mismo que piensan. Por eso muchas veces hacen cosas distintas a las que nos dicen pero seguramente no distintas a lo que pensaban cuando las dijeron (vease subida impuestos Rajoy, lástima micro abierto...) . De todos modos ese ámbito privado del pensar y del hacer es un espacio irreductible y necesario en cada uno de nosotros que conforma nuestra naturaleza, y es también fruto de las contradicciones entre lo que somos y lo que aparantamos que somos. La diferencia es que en nuestro caso, ciudadanos de a pie, el alcance de esas contradicciones es limitado a nuestro entorno y el de los políticos lo pagamos todos , a veces muy caro.


¿Puede un político decir lo que piensa? Debería.

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