Cada vez es mayor la brecha en el nivel de los ingresos entre ricos y pobres. El típico tópico de que los ricos son cada vez son mas ricos y los pobres cada vez más pobres, es verdad. La desigualdad económica, en términos relativos, no ha hecho más que crecer en las últimas décadas, a pesar de que tanto la esperanza de vida como la capacidad de consumo de los mas pobres han mejorado notablemente en términos absolutos.
Dice Charles Green en un artículo en Forbes que no puede existir
confianza en las empresas con el actual nivel de desigualdad de rentas. Y que
el problema no es tanto la pobreza absoluta de su país (un pobre estadounidense
es casi rico comparado con un pobre haitiano) sino la que es consecuencia de la
estratificación social. Ese es el motivo, según Green, de que las caracteristicas en las que se basan nuestras sociedades y economías occidentales, tales como la meritocracia, el espíritu de superación, el esfuerzo, la sana competencia para ofrecer mejores productos y servicios a la sociedad, han dejado de ser valores a imitar.
Cuando uno es pobre y cuenta con pocas esperanzas de progresar en la escala social para mejorar su vida, es muy posible que se vuelva un desconfiado. Lo más probable es que sea, ademñas, un resentido, suspicaz, escéptico y poco amigo de cumplir las leyes.
Hoy, de una forma un tanto abstracta, se desconfía de los “mercados”, olvidando que los mercados no son otra cosa que miles de personas tomando cientos de decisiones diariamente que, en muchos casos, lo hacen condicionados por la emoción del miedo, que es la desconfianza mas importante.
La desconfianza surge cuando existe una alta probabilidad de que nuestro interlocutor descumpla las reglas o acuerdos pactados en una interacción. Nos volvemos así mas precavidos siguiendo las pautas de la teoría de la elección racional.
Muchas empresas no invierten lo suficiente en prestigio y credibilidad y son percibidas como menos confiables.
En nuestra vida cotidiana, desconfiamos de los que no tienen buenas intenciones, de los que ya nos fueron desleales. Desconfiamos también cuando sentimos que no podemos expresar con libertad ciertas demandas, críticas o sugestiones porque podemos ser objeto de represalias ante las que no tenemos la posibilidad de defendernos. También desconfiamos de los desconfiados y de ahí el carácter expansivo de la desconfianza. Al igual que esta, la confianza también se realimenta a sí misma pues cuanto más se confía más se coopera y cuanto más se coopera, mas se confía.
“El descontento es una variante de la tristeza que conduce a la frustración y esta a la desesperanza, lo que suele derivar en pédida de la autoestima o ira anti-social. Tanto el deprimido como el agresivo padecen trastornos psicológicos de desconfianza. Los descontentos mas calculadores optan por adptarse al medio a través del cinismo desconfiado o la astucia oportunista.
Estos cuatro arquetipos (depresión, agresividad, hipocresía y ventajismo) están
cada vez más extendidos en las sociedades modernas e inducen a la toma de posturas
fatalistas y a desconfiar compulsivamente.
Por otro lado, el fatalismo y la desconfianza crónica que aparecen cuando se asume una desigualdad irremediable, activan dos emociones anti-sociales que vuelven a realimentar la desconfianza. Son estas la envidia y el odio. Adam Smith lo expresó en La Riqueza de las Naciones: “La opulencia de los ricos excita la indignación de los pobres quienes, forzados por la necesidad y alimentados por la envidia, tienden a invadir sus posesiones… En todo momento le asedian enemigos desconocidos a quienes jamás provocó pero a quienes no puede aplacar”.
La osificación social, es decir, el esfuerzo sin resultado, puede debersde a que existen fuertes barreras a la mejora de condiciones de la mayoria creadas por grupos de presión, de casta y privilegios, que dan lugar a opacidad, amiguismo y corrupción.
Esta desconfianza creciente refuerza el papel compensador del Estado, qur pretende promover la confianza de manera artificial a fin de evitar la ruptura del orden social.
El problema de la desconfianza es que la gente se ve abocada a desconfiar y seguir desconfiando generando un sentimiento de que lo más prudente es permanecer en la trampa de la no-cooperación”.
Me descubro ante usted, Doctor.
ResponderEliminarNo, no Dorian. La mayor parte es una reflexión del artículo de Green. El entrecomillado está sacado casi literalmente.
ResponderEliminarNo conocía a Charles Green pero creí importante compartir con todos este artículo que es de lo mejor que he leido este año (la cosa se pone buena pues acabamos de comenzarlo. Promete).
Estupendo artículo. Incita claramente a la reflexión del por qué de muchas de las cosas que nos pasan, y el por qué de los muchos descontentos sociales y personales que nos aquejan. Gracias por compartirlo.
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